Deberes de la esposa

Enseñanza Nº 5


Introducción:
Habiendo ya señalado el rol de cada cónyuge, consideraremos ahora los deberes de cada uno. ¿Cuál debe ser la conducta y el trato de los esposos en¬tre si? ¿Que es lo que Dios pide a cada uno? ¿Cuales deben ser las cualidades de cada cónyuge?.

El Señor en su palabra es muy claro y preciso al respecto. Estos deberes no son optativos, son mandamientos del Señor. Estamos en su reino, vivi¬rnos bajo su autoridad.

Podremos cumplir estos mandamientos si vivimos en el Espíritu, “pues la mente carnal es enemistad contra Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede".

Un error muy frecuente es el que cada cónyuge conozca y repita muy bien los deberes del otro; y exi¬ja sus derechos aún cuando no cumpla con sus deberes. En el matrimonio, cada uno debe cumplir con su responsabilidad independientemente del comportamiento del otro. Si el marido trata mal a su mujer, eso no exime a la mujer del cumplimiento de su parte, y viceversa.

Si ponemos en práctica los principios del reino de Dios en la conducta y trato entre esposos, la paz del Señor gobernará nuestros hogares, nuestros hijos se forman con el buen ejemplo de sus padres, la buena influencia llegará hasta las próximas ge¬neraciones. Otras familias de la iglesia aprenderán con nuestro ejemplo y seremos luz y medio de salvación para muchos hogares que están en las tinieblas.


OBSERVEMOS ALGUNOS PASAJES BIBLICOS:

Efesios 5:22-24. "Las casadas estén sujetas a sus mari¬dos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así corno Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuer¬po y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo."

Efesios 5:33. "La mujer respete a su marido”

Colosenses 3:18. “Casadas, estad sujetas a vuestros maridos como conviene en el Señor."

(1ª Pedro 3:1-4). "Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y res¬petuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.



1) SUJECION A SU MARIDO

a) La sujeción tiene que ver con el principio de autoridad, el cual está presente en todos los órdenes de la vida social; nación, institución, colegio, fábrica, empresa, iglesia y por supuesto también en la familia. En todo ámbito hay alguien que es au¬toridad y quien a su vez está bajo autoridad.

El propósito de la autoridad es establecer orden, convivencia, armonía, funcionalidad, dinámica, para el logro de los objetivos. Todos estamos sujetos de uno u otro modo.

b) Dios pide a la mujer que se sujete a su mari¬do y no al marido que se imponga sobre la mujer, pues en el reino de Dios la autoridad debe ser reconocida y no impuesta.

c) ¿Qué implica la sujeción? Sujeción significa estar bajo la autoridad establecida. Implica obedecer con humildad y buena disposición. La mujer sujeta reconoce a su marido como su cabeza y en su espí¬ritu se siente unida, ligada a él. La sujeción no es una mera obediencia exterior, sino una actitud interior de sumisión y respeto.

d) La sujeción no anula a la mujer, sino que la ubica para que secunde a su esposo con todas sus ca¬pacidades. Del mismo modo que un ministro de economía no se siente anulado por estar bajo el presi¬dente, sino bien ubicado para desempeñar mejor su función.

e) La sujeción no rebaja sino protege a la mujer. Larry Christensen en "La Familia Cristiana", página 35) dice: "La vulnerabilidad de la mujer no está limitada al nivel físico. Incluye también vulnerabilidad en el nivel emocional, psicológico y espiritual. También; en tales casos ella necesita la protección y autoridad de su esposo".

Dios es bueno. Todas sus leyes son expresión de su amor para con nosotros. Dios pide que la mu¬jer se sujete a su marido para protegerla y darle cobertura. Dios no quiere ver a la mujer sobrecargada, agobiada y nerviosa sino relajada y feliz para que pueda criar a sus niños en un clima de paz, alegría y tranquilidad.

f) La sujeción de la mujer no significa que el hombre sea superior o que ella sea inferior. Jesús siendo igual al Padre, se sujetó a Él en todo, siendo igual en poder y gloria, ocupó un lugar subordinado para lograr el propósito eterno. La mujer no es menos ni el hombre mas, son iguales pero con puestos di¬ferentes en el plan de Dios.

g) La mujer debe sujetarse a su marido en todo. (Efesios 5:24) El varón es el responsable general de todas las áreas de le vida familiar. La única excepción a esta norma se da cuando su marido le ordene hacer algo que sea contrario a la voluntad de Dios, es decir, cuando le obliga a pecar o a apartarse del Señor. En tales casos "es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres". (Hechos 4:19).

h) Las hermanas que tengan maridos incrédulos, también deben sujetarse a ellos y comportarse de tal modo, que sus maridos se conviertan al ver la conducta de sus esposas (1ª Pedro 3:1-2).

I) Sujeción no significa que la mujer no debe hablar, opinar, tener criterio propio, hacer algún aporte, tener injerencia en los asuntos familiares, o decir que si a todo.

Ella es "ayuda idónea", ese es su rol, por lo tanto, debe aportar, opinar, enterarse, dialogar dar su punto de vista, consentir o disentir, aprobar o reprobar; pero siempre con una actitud de respeto y de reconocimiento del lugar de su esposo y la disposición de dejar las decisiones finales en manos de su marido, sin amargura ni rebelión interior.

j) Cuando una esposa considere que su marido se está excediendo o actuando indebidamente, debe ha¬blarle a solas (con serenidad, amor y dependiendo del Espíritu del Señor). Si no la recibe, hablarle ante uno o dos hermanos espirituales, siguiendo las indicaciones de Jesús. (Mateo 18:15-17).



2) TRATAR CON RESPETO A SU MARIDO

Pablo dice que "la mujer respete a su marido." (Efesios 5:33).

Pedro habla de la “conducta casta y respetuosa” de la mujer (1ª Pedro 3:2).

a) Este trato respetuoso reviste de dignidad y elegancia a la mujer. En cambio una mujer que trata a su esposo con insolencia se rebaja, se vuelve vulgar, ordinaria.

b) Este respeto tiene que ver no sólo con un aprecio interior, sino con la forma de conversar, el tono de la voz, los gestos, los modales, la mirada, el modo de atenderlo, de servirlo, de obedecerlo, de escucharlo, etc. Dice 1ª Pedro 3:6 que Sara llamaba a su esposo Abraham "señor", presentándola como ejemplo de madre y esposa a las cristianas. No es¬tamos sugiriendo que llames “señor" a tu esposo, pe¬ro sí que lo trates con todo respeto.

c) Este respeto también implica no menospreciarlo nunca, ni a solas, ni delante de tus hijos, ni delante de terceros. Jamás hablar en su ausencia, subestimándole, despreciándole y ridiculizándole delante de otros. "La mujer sabia edifica su casa; mas la necia con sus manos la derriba.” (Proverbios 14:1)

d) La mujer es la responsable de enseñar a los hijos con su ejemplo la honra y el respeto hacia el padre. Si los esposos no se tratan con respeto, es muy difícil enseñar a los hijos a ser respetuosos.

e) No hay nada que altere tanto al hombre como la insolencia y el trato irrespetuoso de la propia esposa.

f) La mujer respetuosa es la alegría de su mari¬do, lo engrandece y lo vuelve un príncipe en medio de los demás.



3) SER ATRACTIVA PARA SU MARIDO (Leer nuevamente 1ª Pedro 3:3-4)

Para qué se arregla la mujer?. Para ser atracti¬va y aceptada. Esto no está mal, no es pecado. Al contrario, está muy bien. Dios ha vestido su creación de belleza y hermosura y con muy buen gusto. Lógicamente, la mujer casada debe procurar ser atractiva para su marido.

Es una verdadera pena que una mujer una vez ca¬sada, se abandone. Es bueno mantenerse joven y boni¬ta, tanto como se pueda. Cuidar la silueta. Hacer un poco de gimnasia, lucir bien peinada, pulcra y bien vestida todos los días (con sencillez). Las casadas tienen el deber de ser atractivas para sus maridos ¡Únicamente!.

Este atractivo no se logra exagerando el arreglo externo: Peinados ostentosos, adornos de oro o vestidos lujosos, ni tampoco adoptando un estilo mun¬dano y "sexy". Qué es lo que hace mas atractiva a la mujer para su marido?. No es lo ex¬terno, sino lo interno; dice Pedro: "Vuestro atavío no sea el externo...sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible".

Por lo tanto, lo que más atractiva hace a una mujer para su marido, es su buen carácter, el tener ¬un espíritu afable y apacible.

• Afable: Agradable, suave en la conversación y el trato. Quiere decir amable, dulce.

• Apacible: Dulce agradable en la condición y el trato; significa, sereno, tranquilo.

De una esposa DULCE y SUAVE en su forma de ser, de tratar, de hablar, el marido se enamora todos los días.

Proverbios 31:10. “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas."

En cambio ¿Qué atractivo puede tener para su marido, una mujer que aunque bonita y bien arreglada, es rencillosa, nerviosa, gritona, peleadora, rencorosa, amargada o rezongona.


Proverbios 31:30. “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada”.

Proverbios 25:24. Salomón dijo: “Mejor es estar en un rincón del terrado. Que con mujer rencillosa en casa espaciosa.”

Cuando un marido tiene una mujer amable, su hogar se vuelve un lugar tan agradable y placentero, que hace que el procure volver a su casa cuanto antes.
El marido de una mujer rencillosa prefiere estar en cualquier otro lugar.

Gálatas 5:22-23. “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

Mediante la obra del Espíritu Santo, toda mujer puede llegar a ser una esposa con un carácter dulce y suave, (afable y apacible).

Para ello, es necesario andar en el Espíritu cada día. El Espíritu Santo es nuestro “gran recurso” para llegar a ser como el Señor quiere.

2ª Corintios 3:18. “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”.