Es nuestra responsabilidad planear nuestros días de forma de sacar el mayor provecho posible de cada hora. (Salmo 90:12). No olvidemos que cada hora está compuesta por minutos y segundos. Lo importante es aprender a valorizar cada minuto como algo precioso que no se puede ni se debe desperdiciar. Alguien lo expresó de esta manera: “Vive un minuto a la vez, y éste para el Señor y en la continuación de ellos encontrarás felicidad”.
MI TIEMPO EN RELACIÓN CON EL SEÑOR Y SU REINO (Efesios 5:15-16; Colosenses 4:5):
• No somos dueños, sino sólo administradores de nuestro tiempo.
• Cada día que vivimos el Señor nos da 24 horas, 1440 minutos y 8460 segundos. Esto es una de las dádivas, uno de los regalos maravillosos que Dios nos da. (Santiago 1:19).
• Con sólo privarnos unos segundos del aire que respiramos Él puede quitarnos este regalo y dar fin a nuestro TIEMPO en la Tierra. (Salmo 104:9; Job 1:29).
• Por eso, el primer paso para que Jesús sea el Señor de nuestro tiempo es reconocer que nosotros no somos en absoluto dueños del mismo. Igual que con nuestros bienes, somos solo mayordomos o administradores de nuestro tiempo. Esta es una verdad irreversible e ineludible y así debemos asimilarla. (Hechos 15:25 b y 28 a; Salmo 31:15 a).
CÓMO ADMINISTRAN MUCHOS CRISTIANOS SU TIEMPO:
• La verdad del señorío de Cristo sobre nuestro tiempo es fácil de aceptarla con la mente, pero es difícil llevarla a la práctica. Esa es una de las razones por las cuales el Reino de Dios en muchas partes avanza lentamente, la obra de Dios se estanca y en muchos lugares sólo se mantiene, pero no avanza. Eso es porque, lamentablemente, una buena mayoría de los ciudadanos del Reino nunca “tienen tiempo” de ocuparse de los “negocios” del Reino. (Lucas 2:49).
• Veamos todo lo que hacemos generalmente los cristianos en las 24 horas del día.
• Tenemos ocho horas para dormir y nos quedan quince horas para lo siguiente: Trabajar para ganarnos el sustento, comer, atender a la familia, atender la casa, hacer compras, cumplir deberes sociales, ir al peluquero, dentista, etc. Leer, mirar TV, charlar, tomar mate, pasear, soñar despierto, simplemente tontear y no hacer nada, etc. Con estos quehaceres perfectamente lícitos algunos y bastante dudosos otros, ocupamos las 168 horas de la semana.
• Es cierto que para el cristiano verdadero, hasta la más prosaica de las tareas es espiritual y es para el servicio del Señor, pero no olvidemos que al estar en el Reino, nuestra vocación es el servicio.
ENTONCES PREGUNTÉMOSLE HONESTAMENTE Al SEÑOR JESUCRISTO, A QUIEN LLAMAMOS SEÑOR, LO SIGUIENTE:
¿No nos queda tiempo para…
• … estar todos los días un rato a solas con el Señor y su palabra?. (Salmo 119:27, 55:7).
• … asistir a las reuniones?. (Hebreos 10:25).
• … visitar enfermos, descarriados, necesitados en problemas?.
• … darle una mano a una hermana/o en apuros, lavarle, plancharle, hacerle un mandado, arreglar un artefacto, ayudarle a edificar, etc.?. (Hebreos 13:16; Gálatas 6:10).
• … ayudar al cuidado y mantenimiento de las cosas de la congregación que son patrimonio o bienes para de uso: salón, manteles, toallas, libros, etc.? (Mateo 20:26-28).
• … Si nos lo encargan, enseñar en un grupo de discipulado, escuela dominical, cuidar y formar discípulos, etc.?
• … Si fuese necesario, abrir nuestro hogar, hospedar, atender gente y después lavar algo más de sábanas, toallas, servilletas, pisos, etc.? (1º Pedro 4:9; Hebreos 13:1-2; Romanos 12:13).
• … buscar a los perdidos y hablarles de la salvación?. (Mateo 28:19; Marcos 16:15).
• … dedicar un día o más al ayuno o noche de vigilia y oración?.
Debemos dar la prioridad a lo más importante (Lucas 10:39).
La vida actual exige un ritmo alocado de obligaciones, corridas, compromisos, afanes, etc. Esto puede ser una trampa del diablo, una sutil telaraña que nos va envolviendo en los “afanes de este tiempo”. (Mateo 13:22; 2º Timoteo 2:4). Cristo, Señor de nuestro tiempo, es el que puede enseñarnos a dar prioridad a lo más importante, por medio e su Espíritu. (Juan 16:13 a).
Advertencia: No usemos esto como excusa para desatender el hogar, trabajo, estudios, etc.
MI TIEMPO EN RELACIÓN CON LOS DEMÁS
La Biblia dice claramente que nadie vive para sí mismo. (Romanos 14:7). Todo lo que hacemos afecta en alguna medida a los demás. Podemos ser desconsiderados con el tiempo de los otros. Veamos ahora algunas maneras más comunes de abusar del tiempo ajeno:
• Impuntualidad: El que llega tarde, siempre hace perder el tiempo al que lo espera o llegó primero. En muchos países es casi un “mal nacional”. ¿Se lo imaginan al Señor Jesús llegando cinco, diez, quince minutos, media o una hora más tarde a una reunión, una cita, al trabajo, etc.?. La impuntualidad es un pecado de desconsideración.
• Dejar de hacer o hacer mal una tarea: Esto obliga a otros a usar tiempo para hacer nuestra tarea o corregir lo que hicimos mal. A veces somos tan lerdos que otro tiene que ayudarnos a terminar nuestro trabajo usando su tiempo.
• Hacer perder el tiempo: A veces prolongamos una visita o una conversación y abusamos del tiempo de otro. A veces somos inoportunos. En nuestro egoísmo queremos que nos atiendan sin tener en cuenta si le estamos robando horas a los otros. (Proverbios 25:17).
CONCLUSIÓN
• Así como hay “ladrones” de dinero, también hay cristianos ladrones de tiempo. (Malaquías 3:8). Pero, cuando damos a Dios el tiempo debido, Él multiplica lo que nos queda y podemos hacer todo sin “apurones”.
• Urge que el Pueblo de Dios aprenda a rendir su tiempo al Señor, porque hay mucho que hacer todavía. La venida del Señor se acerca, no hay tiempo que perder. (Romanos 13:11-12; Juan 9:4; 1º Juan 2:18 a).
• Digámosle a nuestro Dueño: Señor, ¿en qué te estoy robando?. Enséñame tú a administrar bien mi tiempo”.