Volvemos a repetir lo que ya dijimos anteriormente. La felicidad y el éxito de un hogar descansan en tres pilares importantísimos. Es como una mesa de tres patas que, cuando una se quiebra, las demás no pueden permanecer en pie.
Ellos son:
• El aspecto espiritual:
- Casa.
- La relación del matrimonio con Dios,
- Su Iglesia, etc.
• El aspecto afectivo:
- Amor, comprensión, respeto, afecto entre los cónyuges.
- La relación sexual.
• El aspecto económico:
- El manejo y administración del dinero en el hogar. Nos ocuparemos de este último.
LA ADMINISTRACIÓN DEL DINERO:
• Muchos hogares, más de lo que imaginamos, han sucumbido por el mal manejo de la economía del hogar.
• Tanto el manejar mal la pobreza, como manejar mal la riqueza, puede llevar a grandes desastres. Mucha razón tiene lo que dice Proverbios 30:8-9. (ver Lucas 12:15-21).
LA ECONOMÍA DEL HOGAR ESTÁ, EN LA MAYORÍA DE LOS CASOS, EN MANOS DE LA MUJER, AMA DE CASA.
• Si la esposa maneja bien el dinero, si cuida las cosas, si hace las compras con sabiduría, equilibrio y prudencia, el hogar progresa, o por lo menos se mantiene.
• Si la esposa maneja mal el dinero y los bienes, es seguro que la felicidad y el equilibrio del hogar se tambalearán y no sería raro que se derrumbe también. (Proverbios 14:1).
• No olvidemos que la mujer más alabada de la Biblia, es una que maneja bien las finanzas del hogar. (Proverbios 31:10-31).
HAY DOS EXTREMOS PECAMINOSOS EN EL USO DEL DINERO:
• Derroche:
- Gastar sin control.
- Gastar más de lo que tenemos.
- Gastar en cosas innecesarias.
• Tacañería:
- Afán de guardar y acumular dinero y bienes.
- Carecer aún de lo necesario por no gastar.
- Mezquindad hacia sí mismo y los demás. (Proverbios 11:24).
• El Equilibrio:
- El verdadero equilibrio y victoria en este aspecto de la vida, sólo lo encuentra quien busca que el gobierno de Dios sea una realidad en su propia vida y por supuesto también en este aspecto tan importante de la vida, que es buena la administración de los recursos que Dios le da.
- Para esto debemos considerar que es cierto lo que dice el refrán “cada casa es un mundo”. En cada hogar hay distintos valores que por generaciones o por circunstancias fueron tomados como tolerables, normales buenos o necesarios, sin que necesariamente sean buenos, ni aceptables, ni tolerables para un discípulo de Jesucristo. Simplemente encontraron el aval de aquellos que también así lo entendían o practicaban por eso lo viven como normal.
- El Señor insta a todo aquel que es su discípulo, a que sea un buen administrador y brinda todos los recursos para que esto sea así.
- Algunos que piden ser discipulados, no aceptan que se les aconseje sobre como administrar sus propios recursos económicos, dejando este tema librado a su criterio personal o del grupo social con quien vive o se mueve.
- Quien orienta a otro en los “Caminos del Señor”, (en este tema como en tantos otros), debe tener mucho cuidado de no transmitirle sus propios criterios personales, pero si los del Reino de Dios”. No enseñoreándose de aquellos que son enseñados, pero si guiándoles a través del consejo, del ejemplo y del amor de padres.
- Muchos creen que han sido cuidadosos en buscar el señorío de Cristo en muchos aspectos de su vida, sin embargo, han descuidado esta área tan importante.
- El Señor queda allí desplazado y descartado y, ni por casualidad, se le tiene en cuenta sobre los gastos o contraer deudas sean grandes o pequeños, trayendo así desbarajustes, confusión y grandes problemas aún a las vidas espirituales. Provocando aún graves crisis familiares y matrimoniales, tomando luego una postura de víctimas, culpando a Dios, a otros o a “la mala suerte”, porque sus intenciones no eran malas.
- Parece una paradoja, pero en la práctica, la billetera está muy ligada al espíritu humano.