Tema 6
Introducción: (Génesis 2:20-25; 3:1-13)
En el primero de estos dos pasajes, podemos observar que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Como resultado de esa creación pura, libre de toda maldad, Adán y Eva estaban desnudos y no tenían vergüenza. La perfecta comunión con El Creador; la seguridad de Su amor y protección, les daban completa libertad de todo temor y por lo tanto no tenían necesidad de ocultar nada en sus vidas. (Génesis 2:25)
a) ¿Qué nos enseña la lectura del pasaje siguiente? (Génesis 3:1-13)
Dios les había instruido diciendo: no comerás. (Génesis 2:17; 3:3-4)
Eva oyendo el consejo del diablo, consideró que no sólo era posible comer, sino que también era conveniente, para saber lo que Dios les mandó que no supiesen. Sólo Dios debía juzgar lo que era bueno y lo que era malo. (Génesis 3:1-5)
Ella prefirió seguir su propio criterio y comió; dándole luego también a su marido el cual también comió. Esa es la esencia de El Pecado: hacer lo que creemos conveniente, en lugar de obedecer lo que Dios manda. (Génesis 3:6)
b) ¿Cuáles fueron sus consecuencias? (Génesis 3:7-13)
Fueron abierto sus ojos y conocieron su propia desnudez. Algo en sus conciencias percibió el tremendo error cometido. Habían dejado a Dios pasando de Su guía, a las decisiones propias; de Su consejo, al criterio propio; de Su cuidado, a la autoprotección que origina desconfianzas y sospechas. Ya no vivirían en el Amor que todo lo cree, dejaron el Amor de Dios para crecer en el amor propio; el egoísmo humano acababa de nacer. (Jeremías 2:12-13)
Se originó el primer conflicto en la relación interpersonal. La pérdida de la trasparencia, el surgimiento de la hipocresía y las relaciones humanas llenas de superficialidad y apariencia claramente visibles en los delantales de hoja de higuera. Se pasó del principio de la sabiduría que es el temor de Dios, al principio de la ciencia del conocimiento de lo bueno y de lo malo, que es el temor de los hombres. Nace la vergüenza. (Génesis 3:7)
Comienza también el primer conflicto del hombre con Dios. Ya no lo veían como su Creador; proveedor; guiador; cuidador etc., sino como alguien de quién había que ocultarse. Aparecen los sentimientos de temor y culpa. (Génesis 3:8-10)
Cuando Dios, Su creador, los descubrió, se justificaron a si mismos intentando culpar a otros. A Dios, a la mujer, a la serpiente. Se manifiesta la “auto justificación”. (Génesis 3:11-13)
La aparición del pecado es una completa anormalidad en la vida del hombre hecho a semejanza de Dios. Lo traslada de la luz a las tinieblas, dando lugar al diablo en su vida, distorsionando la imagen que inicialmente Dios puso en él, haciéndolo más parecido al diablo que a Dios. (Efesios 4:26-27)
Hoy observamos que el diablo no sólo ha logrado introducir el pecado en la vida del hombre provocando su destrucción, también ha conseguido que en general lo acepte, oculte, y disimule; dificultando con esta actitud su reconocimiento y confesión, para ser libres de la esclavitud que representa. (Hechos 19:18).
c) ¿Por qué debemos “Abrir nuestro corazón”, (confesar)? (Proverbios 28:13; Salmos 32:1-5)
Porque es el requisito de Dios para perdonar nuestros pecados. (Proverbios 28:13;1ª Juan 1:9)
- Para entrar y habitar en Su Presencia. (Salmos 24:3-5)
Para ser sanados. (Santiago 5-16)
Para ser librados de toda tiniebla. (1ª Juan 1:5-7)
Para ser libres de culpa, sentir alivio, perdón y libertad. (Salmos 32:1-2)
Para hacernos humildes y reconocer la justicia de Dios, poniéndonos a su disposición, (en el castigo, corrección, etc.).
d) ¿Qué es “Abrir nuestro corazón” (confesar)?
Es decir en forma clara y definida, el acto y la motivación del pecado.
Es dar cuenta de los hechos de la vieja vida.
e) ¿A quiénes debemos “Abrir nuestro corazón” (confesar)?
A Dios; de quien recibimos el perdón. A los ofendidos para restituir según el daño causado. Y a los hermanos que nos guían en Cristo, para disponernos con mansedumbre y humildad a la corrección.
f) ¿Con qué frecuencia debemos “Abrir nuestro corazón” (confesar)?
Inmediatamente luego de haber pecado. Tengamos cuentas cortas con Dios.
Observación final: (Mateo 4:1-11).
La iglesia tiene el deber de guardar absoluta reserva con el depósito de las confesiones que ha recibido; por tanto, aquellos que asumen frente a Dios la responsabilidad de oír, deben necesariamente observar esta misma actitud. La realidad prueba que en muchos casos no ha sido así. Esta falta de prudencia, ha causado muchas heridas en lugar de comunicar salud. No obstante ello, nuestra vida en Cristo, debe caracterizarse por la trasparencia; observando no sólo el hecho de “Abrir nuestro corazón”, (confesar nuestros pecados), sino más bien el andar en luz. El actuar en integridad infiere, dar a conocer prudentemente nuestras tentaciones y áreas más débiles.
Cuando Jesús (luego de haber ayunado cuarenta días) tuvo hambre, vino a él, el tentador. Siempre que tengamos deseos de alguna cosa, el diablo tratará de tentarnos, ofreciéndonos una solución que agregue impureza a nuestra vida y ministerio. Es mejor, en lugar de disimular, mantenernos en luz dando a conocer nuestros apetitos, para no tener luego que “Abrir nuestro corazón”, confesar (lo que ya nos comimos), nuestros pecados. (2ª Samuel 11:1-27; 12:1-13)
Textos para memorizar
Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. Hechos 19:18
Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. Santiago 5:16
Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;
pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1ª Juan 1:6-9