¿Es el Señor en el trato con mis hijos?

LA BIBLIA ENSEÑA QUE EL DEBER DE LOS PADRES CRISTIANOS PARA CON SUS HIJOS ES TRIPLE.

• Enseñarles.
• Disciplinarlos.
• Amarlos.

A. DEBEMOS ENSEÑARLES (Proverbios 22:6)

• Enseñarles con el ejemplo a ser verdaderos discípulos de Cristo.

• Enseñarles a pedir ayuda a sus mayores (padre, madre, pastores, discipuladores), cuando no sepan como resolver algo en sus vidas.

• Enseñarles a sujetarse en amor (no por obligación) a sus padres y en la iglesia a las autoridades espirituales y también en amor unos a otros como el Señor manda.

• Enseñarles a vivir sus vidas con los “valores del Reino de Dios.

• Enseñarles como tener metas claras en la vida y que estas se ajusten al Propósito de Dios.

• Enseñarles la higiene personal, de la casa y de cada lugar donde estén, reflejando de esta manera a Jesús en sus vidas.

• Enseñarles el orden y la organización en todos los órdenes de sus vidas.

• Enseñarles a estudiar y ser responsables, siendo ejemplo de ello.(Proverbios 4:7)

• Enseñarles a hacer las cosas bien, rápido y terminarlas, siendo ejemplo para ellos.

• Enseñar a las niñas a cocinar, coser, hacer bien las compras, atender la casa. (Tito 2:4-5; Proverbios 31:10).

• Enseñarles a no seguir modas y tendencias del mundo, si estas se oponen a la voluntad de Dios.

• Enseñarles a ajustarse a vivir de acuerdo al nivel económico familiar o personal que en ese momento les toque vivir, pero siempre con humildad y austeridad.

• Enseñarles a manejar dinero, ser generosos, buscar buenos precios, ahorrar, ofrendar, diezmar, etc. (Proverbios 3:9-10).

• Enseñarles a que dependan de Dios a través de su trabajo, con esfuerzo y tesón. Y no esperar en “la suerte”, “la buena racha”, “el azar”, o en “una bendición especial de Dios” que les evite ganar el pan con el sudor de su frente.

• Enseñarles a divertirse y entretenerse disfrutando de las buenas amistades cristianas, apreciando lo bello y lo bueno, la naturaleza, etc.).

• Enseñarles lo referente a la educación sexual basado en los valores y principios que el Señor ha establecido. (Génesis 1:27, 31)


1. Enseñarles a trabajar (Proverbios 6:6-11)

Esto es de capital importancia. Nunca insistiremos demasiado en ello.
Desde pequeños se debe empezar a crear en los niños hábitos de trabajo, asignándoles pequeñas tareas y responsabilidades: secar cubiertos, sacar la basura, levantar juguetes, etc. Desde pequeños hay que inculcarles el amor al trabajo, haciéndoselo ver como una bendición y no una desgracia o castigo. La gran mayoría de los delincuentes son gente que tiene demasiado tiempo libre. No tan importante si dejamos a nuestros hijos herencias materiales o no, pero sí importa que les dejemos, como la mejor herencia, buenos hábitos de trabajo y la voluntad y capacidad de defenderse en la vida.

2. Enseñar a los hijos de Dios. (2º Timoteo 2:15)

Debemos lo mas pronto que podamos en su temprana vida, guiarlos a Cristo, al nuevo nacimiento, a ser hechos hijos de Dios. (Juan 1:12). Y…

• Enseñarles a vivir la vida cristiana:

• Orar.

• Leer la Biblia.

• Testificar.

• Confesar los pecados, etc.

• Vida de la Iglesia: Que desde pequeños comprendan que pertenecemos al Gran Pueblo de Dios, que ES UN PUEBLO DIFERENTE. Que aprendan a amar a los hermanos, a darle importancia a cada reunión, respetar el lugar donde se estén reuniendo los hermanos, etc.

• Enseñarles el valor de las grandes virtudes cristianas.

Las tres virtudes cardinales de la juventud son:

• Veracidad.

• Fe.

• Modestia.



Veracidad:

Desde pequeño debe saber que el diablo es el Padre de la Mentira y JESUCRISTO es la Verdad. Hoy en día la mentira es moneda corriente en todos los ámbitos, y lamentablemente muchos cristianos se contagian y pecan de esta manera. Debemos insistir hoy más que nunca, que los seguidores de “la Verdad” los verdaderos discípulos de Cristo, deben ser veraces en todo. (Efesios 4:25).


Fe:

Debemos comunicarles, insuflarles, inyectarles a través de nuestro ejemplo una FE vital y real en Dios que es real y verdadero. (2º Timoteo 1:5).


Modestia:

Estamos viviendo en una era de notable inmodestia. La insolencia y el descontrol más insultante han invadido la moda, la conducta, el lenguaje, etc. Esta es la hora en que el pueblo de Dios debe imponer sus propias reglas al respecto. No debe dejarse arrastrar y adquirir el “mismo color” que ellos, sino tener la valentía de destacarse por ser mejor. Este valor de defender sus propias opiniones fundamentadas en valores del Reino de Dios, de ser modestos, de tener autocontrol y no dejarse arrastrar por la corriente de la sociedad (malas palabras, modas audaces, razonamientos y filosofías humanas, etc.). Esto deben aprenderlo nuestros hijos desde muy pequeños y por supuesto verlo en nosotros. (Daniel 1:8).


Para tener muy en cuenta…

No es justo retar o castigar a un hijo por ejemplo, porque hace mal la cama, se lava mal las orejas, malgasta el dinero, no sabe jugar con sus amigos, etc. etc., si primero no le hemos enseñado, paciente y amorosamente a hacer esas cosas como se debe y sido ejemplo de ello, para no caer en incoherencias y de esta manera darles un doble mensaje, que traerá resultados indeseables para ellos y para quien enseña lo que no vive.



B) DEBEMOS DISCIPLINARLOS.

Si la enseñanza no está respaldada por la disciplina, de nada sirve. Los padres que tienen en menos la disciplina pecan, desobedecen a Dios y dañan permanentemente a sus hijos.

Hay dos extremos en cuanto a la disciplina:

1. No disciplinar nunca: 1º Samuel 3:13-14; Proverbios 3:12, 13:24, 22:15, 29:15, 19:18, 23:13-14. “¡Pobrecito!. ¿Qué sabe?. ¡Es muy chiquito!. ”En el 90% de las veces estas frases se elaboran en principios del humanismo o de los demonios. Entonces los padres ceden y los chicos hacen lo que quieren y el gobierno aunque no lo quieran reconocer lo ejercen los hijos y no los padres como es natural y Dios lo enseña y requiere.

2. Disciplinar rígidamente y con ira: Santiago 1:20; Proverbios 19:18; Efesios 6:4; Colosenses 3:21. No se trata de aplicar castigo, de acuerdo al concepto que actualmente se da a esa palabra que incluye ira y/o sed de venganza. Sino de corregir el rumbo de sus vidas, con amor y firmeza, para que la transiten en forma ordenada y disciplinada, y a su vez lo transmitan en el futuro a sus propios hijos.

Debemos administrar la disciplina sabiamente. (Hebreos 12:5-11.)


C) DEBEMOS AMARLOS.

Es un hecho bien reconocido en psicología que, cuando un individuo no se ha sentido amado en su niñez y aún antes de nacer, el hecho de sentirse rechazado es la primera causa de la delincuencia juvenil y de muchas personas “retorcidos y conflictivos” que abundan en el mundo hoy.

Sin duda, todos creemos amar bien a nuestros hijos. Pero hay detalles que frecuentemente se olvidan y que son sumamente importantes para hacer que los hijos se sientan realmente “amados”:

• Darles tiempo: Ser su amigo y compañero, confidente. Escucharlo (aunque diga “pavadas”). Pero nunca ser cómplices!!!. Ambos (Padres e hijos) deben tener muy en claro, que antes que ser amigos son sus padres y son sus hijos. respectivamente.

• Contacto físico: Besos, abrazos, caricias. Con toda la pureza que el Señor requiere de padres cristianos, teniendo el respeto y la distancia suficiente, respetando su intimidad y personalidad

• Tratarlo con cortesía y respeto. No hablarle siempre con “voz de mando”. Esta actitud es resultante de padres inseguros respecto al reconocimiento que tienen de su autoridad (deben pedir ayuda), por eso tratan por la imposición de obtenerla, pero lo único que obtienen es temor y rechazo, el que con el correr de los años produce un grave distanciamiento

• Tener sentido del humor. Compartir chistes y bromas (sanas) con ellos.

Por último, no nos olvidemos que, si deseamos tener hijos obedientes,
NOSOTROS MISMOS DEBEMOS SER OBEDIENTES A DIOS Y A QUIENES DEBEMOS OBEDIENCIA Y SUJECIÓN. PORQUE ELLOS NOS OBSERVAN.