Cobertura Espiritual


Dr. Rubén Jorge Rodríguez
           
             En estos últimas décadas se habla mucho acerca de que es importante para las iglesias y para los pastores “estar bajo cobertura” de otros “ministerios”, pero en la práctica con este término se definen conceptos muy distintos, otros diametralmente opuestos entre sí y algunos de ellos ajenos a los principios bíblicos.


            En la Bíblia no encontramos la frase “Cobertura Espiritual” a manera de definición, pero sí había un funcionamiento práctico al respecto en la iglesia primitiva, expresado a través de  distintas cartas del Nuevo Testamento y del libro de los Hechos.


            También observamos que en la funcionalidad de las iglesias, la mayoría de ellas a través de la historia han servido a Dios de esta manera, o sea congregaciones relacionadas que aunque a esto lo llamen con otro nombre o lo nieguen o no hayan profundizado en el tema, siempre existió, aunque sea en forma parcial.


            Para hablar de Cobertura Espiritual, debemos entender de acuerdo a los modelos que encontramos en el Nuevo Testamento que la tarea de Cobertura Espiritual a pastores y congregaciones se debe hacer exclusivamente efectiva desde la Autoridad Espiritual y la Paternidad Espiritual.


            No se trata  entonces, de “cargos”, (aunque sí debe haber respeto y reconocimiento), ni tampoco es algo nominal, sino que es funcional y vivencial dentro del Cuerpo de Cristo.
 Debe tenerse en claro que al ser de índole espiritual y vivencial, tampoco se trata de que una institución “absorba a otra”, o que un ministerio “controle a otro”, sino por el contrario, que el Cuerpo de Cristo se ayude mutuamente.


            Es en este marco donde se puede aconsejar, animar, bendecir, corregir, enseñar, instruir, etc, tomando todo esto como algo natural y no impuesto, generándose lazos espirituales sanos y perdurables. Por supuesto que para concretar esto, es necesario discernimiento y dependencia del Espíritu Santo, viviendo en santidad y Temor a Dios.


 La profundidad y el alcance de dicha cobertura está determinada por la Relación Espiritual que se va dando en forma progresiva, en función de la disposición que tengan en llevar a la práctica los consejos de Dios que se provean, siendo quienes solicitan esta cobertura, responsables ante Dios de su aplicación y puesta en práctica. En otras palabras, es progresiva, es espiritual y es práctica e implica sujetarse a la Palabra de Dios. Cuando nos ceñimos a la Palabra entendemos que la “Cobertura Espiritual” expresa sujeción espiritual y cuenta con autoridad y la aprobación de parte de Dios.


 Dentro de esta relación espiritual, es necesario vivir en luz y transparencia en todos los órdenes de la vida, no solo en el aspecto eclesiástico, sino como individuos, como familias, en el trabajo, en el diario vivir, etc. El desarrollo de los lazos espirituales hacen que no nos veamos unos a otros como quienes rinden examen, sino como padres e hijos, con el deseo de crecer, ser sanados, y restaurados, apuntando a reflejar a Cristo en todos los órdenes de la vida.

            Quienes cubran espiritualmente deben ser hombres fieles a nuestro Dios y delante de Él tratarán de dar “Todo el Consejo de Dios”, o sea los Principios y Fundamentos Bíblicos. Comunicarán y proclamarán las verdades de la Palabra de Dios (Gr. Kerigma) y las enseñanzas aplicables a las vidas (Gr Didache). Velarán por el buen desarrollo, mediante la oración, consejo y guía, corregirán sobre la marcha lo que vean que deba mejorarse y en caso de que surjan dudas o diferencias, darán una palabra rectora, para el buen funcionamiento y crecimiento de las vidas y congregaciones.