El estar juntos

Tema 3



Introducción:


En la enseñanza sobre el amor fraternal habíamos observado que el amor nos lleva a estar juntos, y el estar juntos es lo que nos lleva a servir a los hermanos.


Dentro del tema de la relación entre hermanos este aspec­to es tan obvio, que parecería innecesario mencionarlo, ya que si no estaríamos juntos no habría relación ni comunión unos con otros. Sin embargo, es tan importante que se nos hace imperioso tratarlo y aún insistir, reconociendo que el estar juntos es la circunstancia “indispensa­ble" para la edificación y formación de la iglesia; la COMUNIDAD.


Veamos el ejemplo de la comunidad de los discípulos en Jerusalén: (Hechos 2:41-47; 4:32).

· y perseveraban en la ... comunión unos con otros (2:42)


· todos los que habían creído estaban juntos. (2:44)


· comían juntos con alegría y sencillez de corazón. (2:46).


La comunión; el estar juntos, es algo inherente a la mis­ma naturaleza de la iglesia; no puede de haber iglesia sin "Koinonia". Dios está restaurando su iglesia, lo cual implica la res­tauración de esa comunión tan bella y fuerte como en el prin­cipio.


1DEBEMOS SER IMBUIDOS DE UNA MENTALIDAD COMUNITARIA


Vivimos en una sociedad individualista. Este estilo de vida está arraigado en el egoísmo del corazón humano y tiene dos factores que ejercen presión sobre nosotros para que aún en la iglesia, permanezcamos del mismo modo.


Un factor es exterior, la sociedad que nos rodea. Dios nos dice "no os conforméis a este siglo", (Ro­manos 12:2). El otro factor es interior, el egoísmo de nuestro propio corazón, sobre el cual Dios nos dice: "despojaos del viejo hombre que esta vicia­do conforme a los deseos engañosos". (Efesios 4:22).


Debemos ser transformados por la renovación de nuestro entendimiento.


Romanos 12:2; Efesios 4:23. Los cristianos debe­mos ser imbuidos de una nueva mentalidad; una men­talidad comunitaria. Esto pondrá fin al individualismo, al personalismo y al exclusivismo. Somos miembros de un solo cuerpo, hijos del mismo Padre, piedras vivas de un mismo tem­plo, somos hermanos por toda la eternidad.


Somos uno en Cristo. Esta verdad debe dominarnos y transformarnos. Debemos ser renovados continuamente en nuestro entendimiento.


Somos parte de una comunidad, por lo tanto ya no debemos mas actuar, pensar, sentir, proyectar como in­dividuos sino como participantes de la comunidad. Nuestra vida familiar, el empleo de nuestro tiempo y bienes, el ejercicio de nuestras capacidades, nuestros trabajos y proyectos y aún el lugar donde vivamos, no deben ser algo independiente de la comunidad.


Satanás apun­ta a desbaratar esto; él quiere reafirmar los derechos personales resquebrajando así la unidad. En cambio nosotros, con la mente de Cristo, debemos aportar y fortalecer la unidad que Dios mismo ha efectuado.


2) TODOS JUNTOS Y POR LAS CASAS


La iglesia es una sola. En cada ciudad o localidad ha­bía una sola iglesia. "La iglesia que estaba en Jerusalén". (Hechos 8:1) "la iglesia en Efe­so". (Apocalipsis 2:1; Hechos 20:17). Nunca coexistían dos iglesias en una misma ciudad, ni había en ella dos expresiones prácticas de comunión; la reunión de todos juntos y la comunión grupal, (por las casas).


Todos juntos:

· "Todos los que habían creído estaban juntos". (Hechos 2:114)


· "y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma". (Hechos 11:32)

· “Estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón". (Hechos 5:12)


· "Si pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar”. (1ª Corintios 14:23)


Estos textos se refieren a la reunión de todos en un solo lugar. Expresión de unidad, comunión y amor con todos los hermanos residentes en la misma localidad y testimonio de unidad an­te el mundo, o específicamente ante la misma ciudad. Es también la forma visible y práctica de la unidad ante la misma comunidad y ante Dios. Los rasgos sobresalientes de esta reunión son alabanza, adoración, comunión y ministe­rio de la palabra de Dios.


Dios ha de restaurar gradualmente esta expresión de la verdadera iglesia en la ciudad, y en la medida que suceda, nos iremos reuniendo con todos aquellos que tienen el mismo sentir.


Por las casas

También había otra dimensión prácti­ca de comunión en la iglesia, indicado por la expresión “Y partiendo el pan por las casas". (Hechos 2:46) Refiriéndose a encuen­tros en los hogares donde incluso servían la cena del Señor. "Y todos los días en el templo (la reunión de todos) y por las casas (la reunión grupal) no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo" (Hechos 5:42)


"Públicamente y por las casas" (Hechos 20:20)

• "A la iglesia de su casa" (Romanos 16:5)


• "y a la iglesia que está en su casa" (Colosenses 4:15)


Estos eran hermanos más relacionados entre si, no como un círculo cerrado e independiente del resto, sino mas bien como grupos de convivencia y comunión más intensa, más práctica, mas edificante y mas inteligente para la realización del propósito de Dios.


Por ejemplo, si la iglesia tuviera unos tres mil discípulos sería en la práctica imposible conocer a todos y relacionarnos debidamente. En cambio en un grupo más pequeño de unas 15 ó 30 personas es factible lograr una estrecha relación y comunión, de modo que podamos conocernos, amarnos, reprendernos, servirnos, edificarnos, estimularnos mutuamente. Jesús dijo a sus doce discípulos “amaos los unos a los otros”. En realidad no podemos amar como corresponde a un número mucho mayor de doce personas. Aun los nuevos al convertirse e integrarse a un grupo reducido de hermanos, serán ayudados, guardados y edificados con mayor eficacia.


3) EL TIEMPO JUNTOS EN LAS REUNIONES ES BASICO PERO NO SUFICIENTE.


· " Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones". (Hechos 2:42)


·" No dejando de reunirnos, como algunos tienen por cos­tumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca". (Hebreos 10:25)



Las reuniones habituales:


Debemos dar importancia a la participación en las reunio­nes regulares, sea la gran reunión de todos juntos, la reunión del grupo, o los encuentros para disci­pulado, ya que son esenciales para la comunión y el crecimiento espiritual. El hijo de Dios da la primacía en su vida y progra­ma al Reino de Dios, por lo tanto, salvo por causas de fuerza mayor, no permitirá que ninguna cosa estorbe su asis­tencia a todos los encuentros o a los tiempos de comunión con los hermanos.


Debemos reunirnos para recibir la misma enseñanza, participar de las mismas oraciones, experimentar las mismas bendiciones, beber del mismo Espíritu, recibir la misma orientación, llevar la misma carga, ser renovados por la misma manifestación de la presencia de Dios.


El tiempo de comunión fuera de las reuniones:


El tiempo de los cultos no es suficiente; debemos estar juntos también en otras ocasiones para conocernos más profundamente. Si tan solo nos vemos en las reuniones, nuestra comunión será un tanto superficial. En cambio los encuentros informales nos ayudarán a abrirnos más y conocernos en un marco más natural y espontáneo. Debemos por ello, fomentar ocasiones para es­tar juntos, por ejemplo:


· Encontrarnos y comer juntos. (Hechos 2:46). Con alegría y sencillez.


· Visitarnos y conversar, compartir.


· Hablarnos por teléfono.


· Organizar paseos juntos.

· Programar alguna vez las vacaciones juntos.


· Hacer algún trabajo juntos, quizás ayudando a algún hermano.


· Hospedarnos unos a otros. (1ª Pedro 4:9)


· Salir juntos a predicar, a visitar, o hacer la obra de Dios, etc.


· Retiros espirituales y campamentos, ­etc.


· Viajar a alguna otra localidad juntos para hacer la obra de Dios.


No es cuestión de estar juntos porque sí, sino buscando conocernos y edificarnos mutuamente en una sana comunión. Debemos cuidarnos al estar juntos, de la liviandad, la murmuración, la superficialidad, y de todo lo que no edifica. También podemos ir proyectando bajo la dirección del Señor algunas medidas de fondo, como ser: procurar vivir cerca los unos de los otros, procurar trabajar juntos.


4) ESTAR JUNTOS ES INDISPENSABLE PARA CONOCERNOS Y SERVIRNOS.


Ya hemos mencionado que el mandamiento principal en la relación entre hermanos es el amarnos unos a otros como Jesús nos amó. El amor necesita tener un eslabón concreto para entrar en acción; "el estar juntos". Al estar juntos nos conocemos mutuamente. El círculo donde más concretamente se dará esto es en los grupos por las casas. Para co­nocernos debemos interesarnos los unos por los otros. Conocer a mi hermano, su nombre y apellido, sus familiares por sus nombres, su trabajo, sus necesidades, su situación y circunstancias, sus habilidades, su casa, sus problemas, sus pruebas, sus cargas, sus aspiraciones, etc.


· ¿Como sobrellevaremos las cargas de nuestro hermano si las ignoramos? (Gálatas 6:2)


· ¿Como lloraremos con el que llora si no sabemos la razón de su tristeza?


· ¿Cómo nos go­zaremos con el que se goza si no conocemos su alegría? (Romanos 12:15)


· ¿Có­mo animaremos a los de poco ánimo? (1ª Tesalonicenses 5:14)


· ¿Cómo compartir con el que pa­dece necesidad ignorando su situa­ción? (1ª Juan 3:17 )

Como dice el refrán “Ojo que no ve, corazón que no siente". De modo que el estar juntos es lo que nos permite conocernos y descubrir las necesidades, haciendo posible el servicio de los unos a los otros.


El estar juntos también exigirá de cada uno ma­yor crecimiento y santidad, ya que estamos siendo conocidos, exponién­donos a la reprensión si andamos indebidamente. Se puede sostener la apariencia espiritual en las reuniones pero no en la convivencia. Además, al estar juntos habrá abundantes ocasiones para ejercer todas las virtudes cristianas: Pa­ciencia, dominio propio, humildad, sujeción, amor, amabilidad, etc. Como también nos llevará a practicar la confesión de nuestras ofensas y a perdonar a nuestros ofensores. En un sentido es más fácil vivir solos sin tener problemas con nadie, pero es en la convivencia donde nos desarrollaremos y creceremos debidamente.


5) ALGUNOS CONSEJOS PRACTICOS


a) La comunión es algo recíproco, depende de ambas partes. Podemos ser amigos con los que no son de Cristo, pero no podemos tener comu­nión con ellos. Si nos relacionamos con ellos es para ganarlos para Cristo, pero nunca podre­mos tener comunión verdadera con los que no son nuestros hermanos.


b) Debemos tomar nosotros mismos la iniciativa para acercarnos a nuestros hermanos. Debemos amar y no esperar ser amados brindándonos a otros abriendo nuestro corazón.


c) No debemos asociarnos siempre con los más destacados o fuer­tes. Los más débiles nos necesitan, debemos in­cluirlos en el círculo de nuestra comunión.


d) Cuando estamos juntos no debemos quedarnos en conver­saciones triviales. Debemos abrirnos para compartir lo que más nos pesa, nuestras experiencias y hablar la verdad con nuestros hermanos, siendo sinceros.


e) La comunión es algo que va creciendo gradualmen­te, en la medida que nos conozcamos iremos cre­ciendo en amor. La confianza viene con el tiempo.


Dios quiere que nuestra relación sea dinámica, y vaya fortaleciéndose más. La meta de Dios es que seamos uno como el Padre en el Hijo, y el Hijo en el Padre. (Juan 17:20-21).