La Verdad o Las Falacias



Dr. Rubén Jorge Rodríguez

          El siglo XXI ha nacido dentro de un marco social y cultural a nivel mundial, con un fuerte énfasis en el relativismo social, donde todo se intenta replantear. Replantear y redefinir qué es lo bueno y lo malo, lo digno y lo indigno, lo correcto y lo incorrecto, considerando implícitamente que todo es relativo, O sea, se pretende reformular los valores y principios de las sociedades sobre la tierra, desestimando todas aquellas cosas que fueron lo que le dieron sentido a las mismas y a la vez fueron columnas para su preservación como sociedad. Expresando algo así como “¿Quién dijo que esto es bueno o malo?... ¡Soy yo quien tengo que razonarlo y definirlo…!”.


          Se pretende fundar “neo sociedades” con nuevos principios éticos, morales, culturales y sociales basados en el simple razonamiento, buena voluntad (en muchos casos) y acuerdo entre personas, O sea redefinir lo bueno y lo malo desconociendo a Dios y a Su Palabra.
           Este espíritu o tendencia se ha infiltrado dentro del marco cristiano, donde hay quienes se atreven a definir lo bueno y lo malo, (o fuerzan la interpretación de algún texto bíblico) luego creen aquello que ellos mismo razonaron como si fuese verdad, luego lo comparten con otros que han razonado lo mismo y lo enseñan como si fueran “verdades divinas”. Desconociendo en absoluto lo que la Biblia dice al respecto, desconociendo de hecho a Dios, de quien se presentan como voceros piadosos.


No nos es lícito ante Dios, ni siquiera sugerir aquellas cosas que contrarían el espíritu de la Biblia, porque nos seria contado por pecado, aunque humanamente pareciera que resolvería las cosas y todo marcharía bien. Esto sería una falacia. Y Dios no respalda las falacias.
Una Falacia es una suma de razonamientos aparentemente lógicos pero basados en el error, llegando a conclusiones incorrectas. O sea verdades contaminadas, que en definitiva son peor  que las mentiras directas, porque son un instrumento poderoso en las manos del enemigo para destruir.


Cualquier cosa que se edifique o construya sobre un fundamento contaminado aunque haya “razones valederas” o “verdades”, se constituye en una “falacia”, o sea verdades teñidas de mentiras, cosas santas contaminadas, dejando de ser santas, donde no podemos esperar ni el apoyo, ni la bendición de Dios.