¿CÓMO DEBE SER EL CRISTIANO EN RELACIÓN A LOS PLACERES Y ENTRETENIMIENTOS?
• El pueblo de Dios debe ser alegre, feliz, jovial, pletórico de vida, optimista, dispuesto, dinámico, lleno de alegría de vivir.
• La apatía, amargura, aburrimiento, pesimismo, angustia, etc., no condicen con un pueblo que ha sido redimido del pecado, librado del infierno, desencadenado del poder de Satanás. Un pueblo que es hijo del Rey, heredero del cielo, depositario de todo el amor y bendiciones del Señor en el universo.
• La Biblia está llena de amonestaciones a gozarnos, regocijarnos, alegrarnos y expresar libremente nuestra alegría. Son tantos los versículos que hablan sobre esto que sólo podemos escoger algunos como ejemplo:
- Dios manda a Israel a alegrarse. Deuteronomio 12: 7, 12, 14:26, 16:11, 14-15.
- Hay canto y alegría para los justos. Proverbios 29:6.
- Los creyentes son felices. Salmos 16:11, 20:11, 33:1-3, 36:8, 149:1-5.
- Incluso se nos enseña a disfrutar del amor conyugal. Proverbios 5:18-19.
• El discípulo de Cristo, debe tener la capacidad de disfrutar de todo lo bello que nos rodea: la naturaleza, la buena música, buena lectura, buenos amigos, buenas charlas, buenos deportes, buenas comidas, etc. (Eclesiastés 2:24, 3:12-13).
• Debe desarrollar el sentido del humor y aprender a reírse (siempre que sea puro), de lo cómico y divertido en la vida (Eclesiastés 3:4; Salmo 126:1-3; Job 8:21). (Muchos de los más consagrados siervos de Dios, tienen muy desarrollado el sentido del humor y pueden atronar la casa con sus alegres carcajadas).
• El discípulo de Cristo tiene que despertar cada mañana saludando al Señor como los pajaritos al romper el alba, con un espíritu optimista, de expectativa y aventura, dispuesto a deleitarse en sus “buenas dádivas”. (Santiago 1:17). Esta alegría se genera y toma fuerza en un espíritu que reposa confiado en su Padre Celestial. (Nehemías 8:10, final. Isaías 30:15, segunda parte).
¿CÓMO NO DEBE SER EL DISCÍPULO DE CRISTO EN RELACIÓN A LOS PLACERES?
Es cierto que el discípulo tiene la libertad de gozar, divertirse y entretenerse. PERO (y este “pero” es muy grande) es precisamente en esta cuestión que los cristianos, especialmente la juventud, a menudo caen en tres extremos muy peligrosos y muy usados por el enemigo:
• Creer que todo placer y entretenimiento es pecado y pérdida de tiempo:
o Esto ha creado la imagen del cristiano “santulón”, opaco y desteñido. Son aquellos que se sienten culpables si escuchan alguna música que no sea un himno sagrado, si ven un programa o leen un libro que no sea la Biblia, aunque todo sea sano y edificante. Ven al Señor sólo en lo “religioso” y no pueden gozar de todo lo “deleitoso” que nuestro feliz y amoroso Padre Celestial ha preparado para sus hijos
• Caer en la liviandad y aún en pecado. (Santiago 4:4; 1º Juan 2:15-17).
o Las cosas vanas de este tiempo van cauterizando más y más la conciencia de estos cristianos y llega un momento en que no saben distinguir entre lo bueno y lo malo. Sus placeres y sus diversiones, sus conversaciones, sus chistes, sus lecturas, sus pensamientos, sus compañías empiezan a salpicarse y terminan por empaparse con el “espíritu” de este tiempo y llegan a ser lo que en nuestro idioma llamamos “creyentes mundanos”, “con más olor a infierno que a cielo”.
• Dejar que los placeres ocupen el lugar del Señor y sus “negocios” (Lucas 2:49; Mateo 6:33).
o Muchos cristianos tienen entretenimientos buenos y sanos que no tienen nada de censurable ni cuestionable en sí mismos. Pero a veces, poco a poco, ellos van ocupando el tiempo, el interés, las energías, la mente, etc. del hijo de Dios. Eligen un programa de televisión, una película, un partido, una excursión, antes que una actividad de la congregación o de dedicar un tiempo a la lectura de la Biblia, de la oración, de la meditación, de la comunión con otros hermanos, etc. “No les queda tiempo” ni ganas de interceder, visitar a los necesitados, ayunar, servir, etc. Van perdiendo el gusto, las ganas, el interés por las cosas del Reino de Dios. Su salud espiritual se resiente, se debilitan y caen con facilidad en el pecado.
Las cosas de la tierra llegan a tener prioridad en su vida y olvidan el alto costo que pagó el Señor Jesucristo para redimirlos de todas estas cosas sin valor. (1º Pedro 1:18-19; Colosenses 3:2-3; Mateo 6:33).
PARA AYUDARNOS A ELEGIR EL ENTRETENIMIENTO QUE EL SEÑOR APRUEBA
• Hay un fruto del Espíritu Santo que debemos cultivar para regir nuestras diversiones: es la “templanza” o “dominio propio” (versión popular). (Gálatas 5:23). Es la virtud que nos ayuda a mantener el equilibrio. A saber decir “sí” o “no” en el momento oportuno. A no caer en ninguno de los extremos mencionados, sino andar en la línea media con sencillez y naturalidad. Debemos aprender a elegir siempre el “camino angosto”, que es el camino del equilibrio.
• La templanza o dominio propio es un fruto que está en todo creyente, pero se va desarrollando sólo en aquellos que no ceden a las debilidades, sino que gobiernan su cuerpo y su alma y los someten al control del Espíritu Santo. (Juan 16:13 a).
• Mantener una relación correcta con el Señor de manera que él maneje el “semáforo” de nuestra conciencia y encienda a tiempo las luces que correspondan a cada caso.
• Saturarse de la palabra de Dios. (Salmo 119:11).
“HERMANO, ALÉGRATE, ERES HIJO DEL REY, Y EL TE PUSO EN SU REINO. ALÉGRATE, TU CABEZA ALZA YA, ERES HIJO DEL REY”.
Estudia a fondo los versículos bíblicos de este estudio.